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La narrativa interna

Alejandra Rodriguez
4 min readMay 7, 2021

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Hay una frase que he escuchado de diferentes personas que admiro y dice algo parecido a esto: la vida la vemos y vivimos según la historia que nos contamos a nosotr@s mism@s.

Nuestro país 🇨🇴 está pasando por una difícil situación, llena de acciones estatales injustas, intenciones de gobierno que aunque buscan solución a la crisis económica y social actual, están totalmente desconectadas de la realidad que vivimos como país. Llevo años haciendo investigación centrada en las personas orientada a diseñar productos y servicios que respondan a quienes finalmente van a hacer uso de ellos, las personas. Y si me preguntan: ¿Cree que el gobierno realizó o realiza cualquier acción, ley o medida pensando en las personas?…Diría que no están ni cerca. Mucho dice un proyecto de ley (Ley de Solidaridad Sostenible) donde se calculan beneficios a partir de una docena de huevos que vale $1.800 COP.

Está muy mal, es inaceptable que bajo el marco legal se abuse del poder, como también está muy mal que personas movidas por la rebeldía sin causa, provoquen situaciones de agitación e injusticias. Estas actitudes son un cúmulo de años de represión e inconformismo habituado, nada pasa, sigue igual, los ricos más ricos y los pobres más pobres.

No quiero desconocer el dolor y la sangre de mi país, porque son personas que dan su vida por una lucha comunal, pero quiero desde mi opinión, proponer un punto importante. La narrativa colectiva.

Volviendo a la frase inicial, cómo contamos la historia y cómo nos la contamos a nosotros mismos tiene una incidencia en la situación de país y en la realidad que vivimos. Desde mi perspectiva existen varias narrativas que mueven las acciones individuales y por ende las grupales en el contexto que vivimos.

El fatalismo

Esta narrativa alimenta el inconformismo infinito y pasmado de muchos, queja tras queja, de que el país no tiene salvación, que ha estado así por años y que como nada cambia, ese también será el futuro. El fatalismo tiene un componente grave y es la ausencia de esperanza. La niebla de la monotonía pasa y nos deja sin aliento para defender lo que creemos por convicción y no porque alguien o algo más nos dice qué creer. Es un refugio mental de comodidad disfrazado de preocupación sin acción. Esta narrativa interna nos dice “Usted viva su vida lo mejor que pueda, que desde lo poco o nada que usted puede hacer, nada va a cambiar”.

El miedo

El miedo es una emoción que se propaga a la velocidad de la luz, es altamente contagiosa y últimamente, ha sido la narrativa que a nivel mundial hemos vivido. ¿Sabían que el miedo detona la disminución de la capacidad de nuestros sistemas de defensas de estar alertas frente a las posibles amenazas? Pues así como tiene efectos fisiológicos, si que tiene efectos en nuestra salud mental. Esta narrativa se fundamenta en la parálisis por el temor de los resultados que puedan obtenerse frente a una situación tensionante, como por ejemplo, un estallido social de magnitud mundial + una pandemia incontrolable. El miedo nos quita el sueño, nos hace sentir culpables de tener algún destello de alegría en momentos donde “no deberíamos estar pensando en este tipo de privilegios”. Esta narrativa nos dice “Yo sabía que esto iba a suceder, me preocupa todo tanto que ya ni puedo dormir, en cualquier momento voy a ser yo el siguiente y no estoy preparado para lo que pueda pasar”.

La esperanza

Como ya lo saben: ¡Lo mejor se deja para lo último!

La esperanza es un estado complejo. Requiere de esfuerzo, no es algo que se siente de manera intuitiva y natural como lo hace el miedo. Para sentirnos esperanzados, necesitamos reflexionar, pensar más allá de los hechos para encontrar algo de valor en la trinchera que somos como país. Y como requiere de un esfuerzo extra, no es tan fácil de encontrar. La buena noticia es que hay muchos mecanismos que nos ayudan a salir de las narrativas anteriores para encontrar una que nos ayude a ver la realidad con otro matiz. Aquí algunos consejos que se me ocurrieron a mi y que he escuchado y visto de otras personas en mi trabajo, familia, redes y noticias.

  1. Corrobora la información que tienes a la mano e infórmate de manera consecuente y responsable.
  2. Apoya a personas cercanas que tengan la iniciativa de ayudar a aquellas personas que más lo necesitan.
  3. Si eres afortunado de contar con un trabajo estable, apoya a los pequeños emprendimientos, a l@s amig@s que tienen pequeñas empresas y que no la están pasando muy bien por la situación.
  4. Abastécete de una forma racional, no dejes que el miedo se apodere de ti en la caja registradora.
  5. Antes de dormir busca la calma, la falta de sueño no va a cambiar la situación actual, y tampoco es saludable mental y físicamente sumergirte en tu preocupación.
  6. Si te sientes cómod@ en la situación, apoya de manera pacífica y con las medidas de bioseguridad a las manifestaciones.
  7. Hazle seguimiento a las decisiones que vaya comunicando el gobierno, instrúyete sobre cuáles son los posibles escenarios de soluciones, y qué implica cada uno de ellos.

Obviamente esta lista se queda corta, pero como punto final quisiera resaltar que la narrativa de la esperanza dice “Las cosas no van bien, pero pueden estar mejor. Desde lo que yo pueda hacer como ser humano y siempre y cuando yo me sienta cómod@, lo haré, por mi bien y por el bien de tod@s.”

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